sábado, 21 de mayo de 2011

Walter Guevara Arze: Memorias de ultratumba [Red Voltaire]

Por: Carlos Antonio Carrasco *
Walter Guevara Arze: Memorias de ultratumba [Red Voltaire]

Me he prestado el título de la celebre autobiografia de Chateaubriand para comentar el libro Fragmentos de memoria: Walter Guevara Arze entregado recientemente por Mariano Baptista Gumucio.

Se trata de la recopilación de cintas fonomagnéticas dictadas por el ex presidente, con el especial encargo de publicarse cinco años después de su muerte, acaecida en 1996. Su remarcable valor histórico radica en que no es una hagiografía ni aquellas biografías hechas por contrato en las que se refugian antiguos presidentes. Es un recuento crudo y sincero del tránsito del hombre y del país de la triste realidad rural al remedo de modernidad que es hoy, Bolivia.

Más allá del aporte del eminente político, la obra cuenta con los testimonios personales de sus hijos Walter y Carlos, un breve pero suculento estudio crítico de Carlos D. Mesa y la valiosa introduccion vivencial de Baptista, además de anexos alusivos al tema. Es decir reúne material de base para estudiar la vida y la obra de un boliviano empenado en contribuir a la construcción del país.

Por nuestra parte, inspirados en la lectura de esos escritos, nos proponemos examinar a Guevara, en un tríptico que retrate al hombre, que recuerde su pensamiento y evalúe su acción en su hoja de vida de cerca de nueve décadas.


La Cancilleria de 1952

Mi primer contacto con el Canciller de la Revolución Nacional ocurrió en febrero de 1954, cuando por recomendación (léase orden) del Presidente Paz Estenssoro ingresé a trabajar en el Ministerio de Relaciones Exteriores que en esa época no contaba con más de setenta funcionarios. Entre ellos, los nóveles servidores movimientistas debiamos cohabitar con los resabios del «pacto de caballeros» o sus epígonos rezagados. El Servicio Exterior estaba asegurado sólo por una quincena de embajadas y otros tantos consulados. Esos eran los escasos instrumentos con los cuales Guevara debía hacer frente a un mundo circundante sumamente adverso: por una parte dentro del escenario de la guerra fría y del macartismo en su auge, los Estados Unidos miraban con recelo la insurgencia de un gobierno revolucionario en el hinterland de la América del Sud, el cual -entre otras medidas- preconizaba la nacionalización de las minas y la Reforma Agraria.

En otro nivel Bolivia debía enfrentar a un entorno vecinal agresivo compuesto por dictaduras de generales de todo pelambre : Odría en el Perú, Stroessner en Paraguay, Pérez Jiménez en Venezuela, Rojas Pinilla en Colombia, además de todas las satrapías en el Caribe, tales como Batista en Cuba, Trujillo en República Dominicana y otras. La estrategia planificada por el sagaz Canciller culminó con éxito al revertir la animadversión americana en franca amistad de activa cooperación y al trocar a los hostiles vecinos en firmes aliados de pactos basados en una real politik de complementación económica (el caso de Argentina y de Chile) o simplemente llevarlos a practicar el principio de reciproca no-intervención.

Más tarde en 1957, durante el primer gobierno del doctor Hernán Siles Zuazo, Guevara asumió la embajada en París donde tuve la ocasión de visitarlo llegando de Londres donde fungía como secretario de la embajada; siendo Paz Estenssoro el jefe de esa misión diplomatica. Ambos eran potenciales candidatos a la sucesión de Siles. Como lector infatigable, recuerdo que Guevara me encargaba enviarle libros -entonces modernos- como aquel de John Strachey titulado Contemporary Capitalism que pregonaba los albores de una tercera vía.

Los inevitables exilios

Los «fragmentos de memoria» que publicó Mariano Baptista registran los largos exilios que Guevara debió cumplir primero en Buenos Aires donde tuvo que ganarse la vida como jefe de personal en un frigorífico y luego, durante la dictadura de Banzer en Caracas. Allí, nuevamente se cruzaron nuestros caminos. El como asesor principal del presidente Carlos Andrés Pérez, con oficina personal en el Palacio de Miraflores y yo como representante del UNFPA de Naciones Unidas. La circunstancia de nuestra común vinculación con el presidente venezolano, me permitió constatar el alto grado de admiración que éste profesaba por el talento de Guevara, al extremo de confiarle la elaboración de los inefables briefings cuando tenía que cumplir visitas de Estado o asistir a las cumbres presidenciales.

Dato curioso de ese tiempo es por otra parte, la fría cordialidad con que se trataban con otro exilado de fuste, el doctor Siles Zuazo que, en ésa epoca también tenía residencia obligada en esa capital. Mientras este último conversaba y conspiraba, aquel pensaba y escribía. Los dos lograron la presidencia de la Republica, una vez derribada la dictadura. Al rememorar ese período Guevara confiesa en el libro de baptista «En mi último exilio en Venezuela, tuve más suerte, pues fui asesor del Presidente Carlos Andrés Pérez y creo que esa fue, sino la más feliz, la más placentera etapa de mi vida hasta hoy...».

El presidente interino

Cuando la democracia fue restaurada con las elecciones de 1979, retornamos del exilio, casi directamente al parlamento, toda la policromía del mosaico político del país. Guevara como Senador en la Alianza de Paz Estenssoro y yo como primer diputado por Cochabamba por el MNR de Izquierda en la Unión Popular de Siles Zuazo. Aunque en bandos opuestos, nuestra relación no se deterioró. Al contrario, cuando la segunda vuelta de la elección presidencial (el ballotage) se empantanaba en el Congreso entre Siles y Paz, como los candidatos mas votados, Guevara, entonces Presidente del Senado nos cito en su oficina a media docena de parlamentarios de distintas facciones politicas, a quienes le unía lazos de amistad y requirió el apoyo de nuestras respectivas sectas. En una atmosfera de dramática tensión, nos confio que se podría llegar a una solucion constitucional para salvar el proceso democrático: la Presidencia interina. El especialista legal Rene Canelas López dio lectura al proyecto de resolución que más tarde sería presentado en el plenario, por el senador de ADN, Guillermo Tineo.

Después del medio día del miércoles 8 de agosto de 1979, Guevara se convierte, a sus 67 años, en el 54avo. Presidente de la República y ante los aplausos del pueblo vence a paso raudo la distancia que separa al Congreso del Palacio Quemado.

El teorico de la Revolución: de Ayopaya a Charana

Hombre de pensamiento profundo, la pluma de Guevara tenía un disciplinado rigor cartesiano. De su obra escrita que incluye ensayos de teoría política, planes de gobierno, panfletos y hasta un cuento literario, hemos rescatado tres aportes que nos parecen fundamentales para comprender esa máquina cerebral tan combatida como admirada.

No es un pleonasmo afirmar que figura como un clásico del pensamiento político boliviano su conocido Manifiesto a los ciudadanos de Ayopaya cuyo título, es en realidad "Teoría, medios y fines de la Revolución Nacional". Aquí, corresponde una digresión sobre el origen del término revolucion nacional y si es éste realmente original. Hemos seguido el rastro hasta Charles Maurras (1868-1952), el teórico frances del fascismo que en 1937 en Mes idees politiques emplea ese concepto, recogido más tarde por el Mariscal Petain, durante el gobierno de Vichi para motivar al país invadido por las fuerzas alemanas. Sin embargo , su «revolución nacional» proclamaba la restauración de la familia, el trabajo y la patria. Quimeras muy distintas a la acción política del MNR.

Volviendo al Manifiesto sorprende que en abril de 1946, fecha de su redacción, tres años antes de la larga marcha de Mao Tse Tung y nueve años previos a la Conferencia de Bandung (1955) ocasión en que Nasser, Tito, Sukarno, Chou en Lai y Nehru conciben la lucha comun del Tercer Mundo, Guevara piense que «si alguna similitud puede encontrarse a este nuestro nacionalismo no es con el de Alemania, Italia o Japón, sino con el nacionalismo de la India, de Java o de Mejico...».

Y al analisar el escenario postbélico dice «mientras el nacionalismo nazifascista ha sido aplastado, el nacionalismo de las colonias y semicolonias se ha vigorizado con los mismos triunfos de la Segunda Guerra Mundial...». De esa manera, ante el inminente estallido de la guerra fría, Guevara sitúa la revolución nacional en el campo de un Tercer Mundo que recién tomaría forma años más tarde. Así quedó atrás la propuesta programática inicial elaborada por José Cuadros Quiroga en sus Bases y Principios del MNR y en su ensayo Cuarenta años de vida perdularia. Pero la batalla ideológica no fue fácil. Guevara recuerda que «el documento dio lugar a encendidos debates internos y llegó un momento en que se caldeó de tal manera el ambiente que Pepe (Cuadros) me agredio con una silla....Paz Estenssoro miraba todas estas discusiones, de palco...».

Contra la Tesis de Pulacayo

Como Guevara afirma que el Manifiesto fue concebido como una anti/tesis a la tambien clasica Tesis de Pulacayo, para evaluar el impacto que este tuvo en su epoca, conversé el 28 de mayo último con Guillermo Lora, esa leyenda viviente, de privilegiada memoria, lúcida mente y moral intachable. Lora me reveló que solo tuvo una ocasión de conversar con Guevara mientras fue Ministro de Gobierno (1958) y lo hizo apresar. Es cuando le dijo que la contienda politica en Bolivia se reducia a la lucha de «Ayopaya contra Pulacayo».

La base ideologica del Manifiesto según Lora tuvo fuerte inspiración del aprismo (quiza en El Antiimperialismo y el Apra de Haya de la Torre) y, obviamente en los Siete ensayos sobre la realidad peruana de Mariategui. Guevara, en su interpretación de la realidad boliviana, parte de la terca premisa que el dilema es «no qué clase de revolución se quiere hacer, sino qué clase de revolución se puede hacer».

La seducción a los gringos

El ejercicio de conducir las relaciones externas empujó a Guevara a asumir el difícil reto de conquistar al gobierno y a la opinión pública americana para conseguir no solamente la luz verde a las radicales reformas que se proponía llevar adelante el MNR, sino también para obtener la asistencia económica que respalde esos audaces emprendimientos. Para ello, con notoria inspiracieon en el Plan Bohan, el Canciller asumió la responsabilidad de elaborar el Plan inmediato de política económica de la Revolución Nacional», cuyo objetivo era, como él mismo explica: «Presentar al Gobierno de los Estados Unidos de América, el panorama esencial de la economía boliviana, tal como la encontramos después de medio siglo de exportación sistemática de las riquezas del país y exponer un plan inmediato, serio y orgánico, para modificar fundamentalmente esta situación, contando con la ayuda indispensable que para este fin requerimos y parte de la cual ya hemos recibido en alimentos y bienes de capital...». Corría el año 1954 y la operación seducción culminó con la visita de Milton Eisenhower, hermano del Presidente que desde entonces fue cumplido relacionador público de Bolivia en los lobbies de Washington.

La aventura con Villarroel

No fue la primera vez que Guevara empleaba su talento en la formulación de ideas para gobernar. Ya en 1943, durante la conspiración contra el General Peñaranda, relata en sus memorias que Paz Estenssoro lo conminó: «los militares quieren un plan de gobierno antes de meterse al golpe...». Guevara acepta la tarea. «Hice el plan para el gobierno de Villarroel... era un cuadro sinóptico, hoja tras hoja, problema por problema, ministerio involucrado, solución, financiamiento,etc. Ese plan de gobierno fue entregado por Paz a los militares...» y como se sabe la logia militar Radepa junto al MNR asumieron el poder el 20 de diciembre y más tarde Guevara resultó Secretario General de la Presidencia. Empero el presidente mártir según Guevara siempre le «ha parecido intelectualmente vacilante, no sólo en el ejercicio del poder, en el cual Busch era también poca cosa, sino en el manejo de la Presidencia, pero a este último, sin ser intelectual, le tenían pánico sus camaradas y los civiles...».

Guevara prefirió aceptar una beca para estudiar sociología en la Universidad de Chicago y retorno al país el mismo día en que las turbas paceñas colgaban a Villarroel de un farol frente al Palacio Quemado, en siniestra analogía al ajusticiamiento sufrido por Mussolini, unos meses antes cerca de Milano.

1975: El fracaso de Charana

Le tercera obra fundamental de Guevara, es sin duda alguna, su investigacion Radiografia de la negociacion del gobierno de las Fuerzas Armadas con Chile. En efecto, al evaluar las consecuencias del «abrazo de Charana» y de la frustración consiguiente, redacta el estudio más serio acerca de la saga de negociaciones, acuerdos, aproximaciones, enfoques, notas reversales, modus vivendi, tratados y convenios de las relaciones con Chile a propósito de la pérdida y de los intentos de recuperación de una salida propia y soberana al Oceano Pacífico.

Guevara fue tenaz opositor a la política de canjes negociada por los dictadores Banzer y Pinochet. Por ello, su alegato oportuno e irrebatible tuvo un notable impacto en la opinión pública.

Su pluma se moja en vitriolo para criticar al dictador quien en un lamentable lapsus tratando de justificar las pretenciones chilenas, habría manifestado en un discurso «...es que la victoria da derechos». A lo cual Guevara refuta «los huesos de Koning deben estar bailando de alegría en su tumba al escuchar esas palabras del general Banzer que sólo difieren de las suyas, por la incorrección de la sintaxis...». Y, más adelante, caricaturiza la gestión de Banzer con la ingenuidad del embajador Gutiérrez Vea Murguia y en despiadada analogía del episodio protagonizado en Munich entre el Primer Ministro británico Neville Chamberlain y Hitler, teje la siguiente sentencia: «Os dieron a escoger entre la humillación y un puerto imaginario. Escogisteis el puerto imaginario y hoy teneis la humillación...».

Es verdad que en 1975, poco se podía ofrecer a Chile a cambio de retornar a la «cualidad maritima» para usar un eufemismo a la mode. Hoy que el gas ha elevado nuestra capacidad negociadora, la advertencia de Guevara adquiere inusitada vigencia.

Cerraremos la revista de la valiosa recopilacion de Baptista, con la dedicatoria que hace Guevara de la Radiografia, a su nieto Walter Andrés, en agosto de 1988: «Si la mediterraneidad de Bolivia sigue siendo un problema sin resolver cuando tú seas un hombre, este libro escrito por tu abuelo y dedicado con todo cariño, te será útil para entender sus antecedentes...».

Un mensaje premonitorio para que las nuevas generaciones reviertan esa situacion.

*Es doctor en Ciencias Políticas



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